Puedes hacerlo apetecible...
Sólo hay que cambiarle el color,
y el olor, y el sabor...
Y convertirlo en otra cosa,
en algo que aunque siga sin gustarte,
y no te proporcione placer,
será algo nuevo
que no te disgustará...
Y, ¡oh sorpresa!, alguien habrá
a quien le provoque un entusiasmo
digno de mejor causa...
Cosas veredes.
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